La
curiosidad, el afán de conocer, desde aquellos que siguen los cotilleos de los
programas-basura televisivos, hasta los que participan, diseñan y financian los
programas científicos, es una característica de la especie humana.
La exploración de la
naturaleza, cada vez más explorada, quizás ya en demasía, ha quedado reducida
a la exploración del fondo de los mares y de las entrañas de las cavidades.
Por supuesto que nos queda la inmensidad del espacio estelar, pero éste, aún
queda muy alejado de las personas de “a pié”
Estas actividades de
exploración entrañan un riesgo que es afrontado por las personas que las viven
con entusiasmo, casi siempre frente a la incomprensión de allegados, amigos o
enemigos.
Túnel de la Atlántida,
Lanzarote, Islas Canarias
Burbuja para descompresión.
1985
Grupo Espeleológico STD -
Madrid
Pero hay que reconocer que
este afán de exploración y conocimiento es el que empuja a la Humanidad, no se
si hacia el abismo o hacia la felicidad universal.
Bien es verdad que, salvo los
millones de personas que mueren de hambre anualmente, otos tantos cientos de
millones que viven en la miseria, y a los que les toca sufrir las diversas
guerras que se van produciendo conforme a las necesidades de los vendedores de
armamento o traficantes de petróleo, vivimos mejor que la población, digamos
que de la Edad del Bronce. ¡Vamos por el buen camino!
Pues bien, yo también quiero
participar en este impulso colectivo, con las actividades realizadas y por
realizar, los cursos que imparto y los tochos que escribo en este espacio
inmaterial y volátil. Ya se que el español-castellano no es el idioma ideal
para difundir algo, pero es lo que tiene el vivir en la periferia del imperio y,
después de todo, también está muy extendido, aunque desgraciadamente, a
muchos de los hispano-hablantes les ha tocado la parte en la que se vive peor
que en la Edad del Bronce y no están para muchas milongas como ésta.
Que sirva esta parrafada como
presentación del primer artículo del año 2005, que se va adentrando en la
farragosa formulación del modelo VPM de la que aún no entiendo cómo algunos
de sus autores la califican como “simple y elegante” cuando está llena de
aproximaciones incomprensibles y desarrollos enrevesados incluso para los que
tenemos una formación académica con fortaleza matemática, como es mi caso.
Temo que mis explicaciones
sean aún más enrevesadas que las originales, pero al menos están traducidas y
espero que los gráficos y los programas que voy adjuntando ayuden un poco.
José Medina Ferrer,
Entrenador de Instructores por IANTD y ACUC Internacional. Emilio (E-mail):
jmfbuceo@telefonica.net
Madrid, Enero de 2005